La vitamina del Sol

Desde que somos pequeños nos enseñan que las vitaminas son esenciales para el correcto funcionamiento de nuestro organismo y que la carencia de alguna de ellas puede ser el origen de un sinfín de enfermedades.

El aporte de las vitaminas gracias a los alimentos que ingerimos es fundamental para gozar de buena salud. No obstante, en el caso de una de ellas puede que no sea suficiente. Nos estamos refiriendo a la vitamina D.

La vitamina D se puede obtener de tres formas: con los alimentos, con los suplementos o a través de la piel, ya que nuestro cuerpo la produce después de exponerse al sol. Y es justo en este último punto donde residen las principales carencias.

No nos exponemos lo suficiente a la luz directa del sol. Los inviernos, el uso continuo de protectores solares y largos períodos sin recibir los rayos directos del sol, hace que bajen los niveles de vitamina D en nuestro cuerpo.

Funciones principales

En general, todas las vitaminas promueven la salud integral en nuestro organismo. Pero la vitamina D en concreto está ligada especialmente a la salud de nuestros huesos ya que es fundamental para la absorción de calcio.

Se encarga directamente de la absorción de este compuesto en el intestino y del mantenimiento de la concentración adecuada, que junto al fosfato permite la mineralización normal del hueso.

Esto promueve el crecimiento óseo y hace los huesos más fuertes. Por eso, sin las cantidades suficientes de vitamina D, los huesos pueden volverse delgados, quebradizos o deformes.

La vitamina D es importante en cualquier etapa de la vida, ya que los niños que crecen sin ella pueden sufrir de enfermedades como el raquitismo y en los adultos mayores los ayuda a protegerse de la osteoporosis.

Y no todo es la salud de los huesos, también puede colaborar con nuestro sistema inmune, ayudándolo a producir anticuerpos, ayuda a la salud cognitiva y apoya el mejor estado de los senos, el colon y la próstata. 

¿Qué alimentos son fuente de vitamina D?

Como todas las vitaminas, cuando pensamos en aumentar su consumo pensamos en ampliar la variedad de alimentos de nuestra dieta, pero la verdad es que muy pocos contienen esta vitamina en forma natural.

Entre los que la contienen encontramos sobre todo pescados grasos, como el salmón, el atún y la caballa. También se encuentra, en menores cantidades, en el hígado vacuno, el queso y la yema de huevo.

Y el detalle más importante de la vitamina D es que la piel produce vitamina D al exponerse directamente a la luz solar. Pero varios factores influyen en este proceso.

La vitamina del Sol

Si bien la vitamina D se sintetiza con la luz solar, factores que pueden ir desde el tiempo que pasamos dentro de casa, el lugar donde vivimos, el uso de protectores solares y hasta la pigmentación de la piel, influyen en los niveles de vitamina D en nuestro cuerpo.

La luz que se refleja en los interiores de las casas no es suficiente para la síntesis de la vitamina. Los días o ambientes muy nublados, como los climas muy nórdicos y el color de piel oscuro puede reducir la cantidad de vitamina D producida naturalmente por el cuerpo.

Durante las temporadas de otoño e invierno, necesitamos más tiempo expuestos al sol para sintetizar la vitamina pero solo 15 minutos al día durante los meses soleados, son suficientes para lograr niveles óptimos.

¿Y qué ha pasado durante el confinamiento? ¿Tienes que tomar suplementos?

Seguramente con los días de confinamiento, saltan las dudas sobre el bajón que hemos sufrido de esta vitamina. Y la opción de tomar suplementos empieza a cobrar forma en nuestra mente. Pero las autoridades en la materia piensan distinto.

La Academia Española de Nutrición y Dietética en un documento publicado recientemente, no recomienda el uso de suplementos salvo en algunos grupos específicos (niños menores de un año, embarazadas o mujeres lactantes).

Y el resto de sus recomendaciones van hacia la exposición sensata, en los hogares que lo permitan, y esta variará «en función de la región de España, del mes en que nos encontremos, y del tipo de piel, siendo especialmente de interés para la población infantil y en mayores de 65 años».

Por supuesto, además de cuidar nuestra alimentación -aumentando en la medida de lo posible los alimentos que contienen esta vitamina- y mantenernos en movimiento siguiendo nuestras rutinas de ejercicio, a medida que vayamos normalizando la vida fuera de nuestras casas, el consumo natural y nuestros niveles de vitamina D se irán regularizando también. Y, ¡tu salud te lo agradecerá!

 

Foto: Viajes

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